Lo que hace que un contenido sea viral, lo aprendimos con Ricky Martin dentro de un armario allá por los años 90.

Esto del contenido viral no es de ahora.

¿Hay alguien que no recuerde la historia de Ricky Martin dentro del armario y la sorprendida haciendo sus quehaceres con el perro?

Todo el mundo conocía a alguien que lo había visto, a alguien que lo tenía grabado y todo esto sólo dos días después de la emisión del programa.

Es muy interesante observar cómo la viralidad ha existido incluso antes de la era de internet y las redes sociales.

Antes de esta conectividad digital, la propagación de rumores y historias emocionantes o impactantes se difundían rápidamente a medida que las personas compartían sus descubrimientos con amigos y familiares en la cafetería, en el supermercado, el estanco, el trabajo, el instituto…

Esto creaba un efecto de propagación orgánica similar al de hoy en día, aunque sin la velocidad y la amplitud que ofrece internet.

Los medios como prensa escrita o televisión, tenían un alcance masivo y eran muy influyentes en la sociedad de aquellos momentos. El programa Sorpresa Sorpresa, llegó a tener hasta 9 millones de espectadores, por lo que no es de extrañar que alguien quisiera hacerles pupita.

El contenido viral de la época se basaba en la capacidad de captar la atención y el interés, generando reacciones emocionales intensas. 

En el caso de Ricky Martin dentro del armario y el perrito en «Sorpresa Sorpresa», el hecho de que fuera una situación inusual y muy comprometida, contribuyó a que la leyenda urbana corriese como la pólvora.

Es más, perfectamente pudo ser la obra maestra del marketing “Black” de la competencia de Antena 3 en aquella época.